Cáncer y carcinógenos
Muchos
compuestos aromáticos han sido señalados como agentes causantes de cáncer.
Algunas
de estas sustancias son inevitables, mientras que otras son cuestión de
elección de estilo de vida.
Aunque
los hongos y las plantas pueden ser fuentes de medicamentos benéficos, otros
contienen compuestos aromáticos que son potentes carcinógenos. Entre estas
sustancias químicas está la aflatoxina B1, y la agaritina que provienen de
hongos y diversas toxinas del tabaco.
La
Aflatoxina es una micotoxina que se ingiere oralmente y puede entrar en la
cadena alimenticia a través de forma directa a través del consumo de productos
como el maíz, el maní y algunos chiles o de forma indirecta a través del
consumo de productos de origen animal como carne, huevos o leche.
Una
de las principales micotoxinas que se pueden encontrar en los alimentos son las
aflatoxinas que son muy toxicas ya que una vez producida es muy difícil de
eliminar.
El
primer caso relacionado a las aflatoxinas fue descubierto al principio de la
década de los años sesenta, al observarse que varios pavos morían presentando
lesiones en el hígado producidas por la especie fúngica: Aspergillus flavus proveniente del Brasil aislado de una pasta
brasileña de cacahuate, la cual fue usada como parte del alimento para los
animales.
Este
episodio fue el que llevo al hombre a la identificación de toxinas producidas
por hongos que fueron denominadas genéricamente como micotoxinas.
Las
aflatoxinas son un grupo de metabolitos tóxicos producidos por Aspergilus Falvus, Aspergilus parasiticus y Penicillium puberulum.
La
toxina es inodora, insípida, incolora, liposoluble y termoestable, las
condiciones que favorecen la producción de aflatoxinas son tiempos cálidos
elevada humedad relativa y elevada humedad del grano, las aflatoxinas son
toxicas y carcinogénicas para animales incluyendo al humano.
Se
conocen 18 tipos de aflatoxinas de las cuales solo 4 aparecen como
contaminantes de los alimentos, estas son la aflatoxina B1, B2, G1 y G2 de las
cuales la aflatoxina B1 es la más común de las cuatro y es la que presenta una
mayor toxicidad.
Al
ingerir la aflatoxina B1 esta se une a macromoléculas originando la alteración
de la síntesis del ADN, el ARN, enzimas e inmunoglobulinas, esto lleva a la
aparición de cambios en la permeabilidad de la membrana mitocondrial, disgregación
temporal de los ribosomas, disminución en la respiración celular por
desacoplamiento en el mecanismo de fosforilación, oxidación e interrupción del
transporte de electrones, alteración de la glicolisis y gluconeogénesis, así
como la disminución en la actividad de ciertas hormonas al establecerse una
competencia por los receptores específicos, lo cual tiene efectos tóxicos
inmediatos, además de inmunosupresores mutagénicos y teratogénicos, el
principal síndrome que producen es el hepatotóxico, produciendo problemas
renales y así mismo la formación de compuestos de gran reactividad que se unen
a los ácidos nucleicos fundamentalmente al ADN mitocondrial es responsable del poder carcinogénico de las
Aflatoxinas.
Los
principales órganos afectados son el hígado, riñones y cerebro.
La agaritina se encuentra en hongos, incluso los que son
comestibles, no es tan potente como la aflatoxina B1, pero nadie querría comer
cantidades excesivas para probar este argumento.
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